Stanley Gonczansky y la ira del chileno
Juntarse a conversar con el director en publicidad Stanley Gonczanski, artista argentino radicado en Chile hace más de 30 años, era una cosa que no podrías pronosticar cómo iba a salir. Siempre cerca del arte, se introdujo al mundo de la publicidad y del cine, adquiriendo experiencia por años, para luego lanzarse al vacío como director de videoclips como con “Ella usó mi cabeza como un revólver” de Soda Stereo (1995), y la película “Monos con Navaja” (2000).
Por Jorge Rubio Bravo.
Es real. Stanley es exigente a la hora de ser entrevistado, pues no se anda con respuestas pequeñas ni con tapujos para darlas. Tiene esa estampa que da la idiosincrasia argentina que dice las cosas de frente, sin dar tanto rodeo, sin embargo, “Siempre me encuentro con que las cosas no se pueden decir de frente en Chile. ”Es que nuestro país tiene esa falta de verdad, en la que se prefiere hablar a espaldas de alguien y pelarlo, en vez de formalizar un argumento directo y sincero. “Aquí tuve que aprender cómo darle la vuelta a la manzana para decir algo. Porque, inclusive, la vehemencia y la convicción con lo que se dice, a veces, es ofensivo”, comenta al hablar de sarcasmo, ironía y humor, cosas que utiliza de forma constante en sus trabajos creativos, como herramientas a la hora de mostrar su arte.
Su último trabajo se llama “Almost Classic”, título que acuñó, un día con bajón de trabajo, en que empezó a navegar por internet y se encontró de frente con un cuadro de un soldado del siglo XVIII. Con su imagen imponente sobre su caballo el que, con ayuda de photoshop, fue reemplazado por uno de carrusel para luego subirlo a Instagram, donde inicia este nuevo viaje creativo. “Empecé a darme cuenta, sobretodo en los cuadros del siglo XVII o XVIII, con sus pelucas, maquillajes, que era el peak de la opulencia” y claro, son muestras de un momento histórico en que la nobleza era prácticamente elegida por el mismísimo Dios. Además, las apariencias eran lo más importante en aquellos tiempos. Se cuenta que hasta el mismísimo Napoleón solicitaba que en sus retratos se viera más alto de lo que era realmente. Sin embargo, con base de humor, Stanley le dio a todos esos retratos una mirada personal, convirtiéndolas en su obra de arte.
Eso sí, a pesar de todos los buenos augurios, premios y elogios, siempre existe algo que le pesa, que le duele al afirmarlo. “Con Almost Classic, llegué hasta exponer en Londres. En general, he tenido maravillosos mensajes de la gente, la mayoría, sin embargo, en Chile ha sido el único lugar del mundo en que he tenido comentarios mala leche”. Y le encuentro sentido. Los chilenos (no todos, quiero dejar claro) tienden a ser un ente negativo, con una amargura que se nota hasta en ese horrible rictus que se forma en la boca. Es que no lo sabemos bien, pero la peor cara de nuestro país, para Stanley es la del enojo que acumulamos, la violencia reprimida dentro de nosotros. A pesar de todo, el artista transandino, más chileno que un chileno, ama esta tierra. “Tengo mi familia chilena y todo, pero hay algo en la sociedad. Una cosa reprimida que se nota en todo. Hace un par de años se viene notando más esta violencia reprimida que tiene que salir por algún lado. Hay algo muy violento en la sociedad chilena que me asusta, particularmente. Y se vio hasta en el librito de la exposición y no lo he visto en ningún otro lado” concluyó.