Cine chileno
¿Son siempre los mismos?
Escasa variedad actoral, nula ambición de la industria para salir de su zona de confort y la existencia de una elite donde solo unos pocos pueden entrar: Bienvenidos al cine chileno.
Por Esteban Rojas.
¿Cuántas veces les ha pasado que al momento de ver una película chilena notan que se repiten los mismos actores una y otra vez? En los últimos 15 años esta situación se ha convertido en pan de cada día. En la industria fílmica existe un gran talento y es innegable el éxito y el reconocimiento internacional de muchas cintas realizadas donde incluso se han obtenido premios Oscar, pero el llamado “recambio” actoral y la variedad de nombres en el tan criticado, pero a la vez muy querido cine chileno es aún materia pendiente.
Vale la pena analizar el trasfondo de la industria, donde se repiten constantemente los mismos nombres sin importar si son películas de alto presupuesto o del llamado cine de autor. Metiéndonos en cifras y datos concretos, solo en el año 2019 Alfredo Castro estuvo presente en cinco filmes. Por su parte, otro destacado actor, Alejandro Goic desde 2014 hasta 2018 aparece por lo menos en tres películas de cada uno de esos años.
¿Es el cine chileno una industria donde existe una evidente cofradía? ¿Las producciones siempre repiten los mismos nombres debido a que no hay espacio para salirse de esa “elite” cinematográfica? Esas y otras preguntas se vienen a la mente cuando se analiza la realidad de las cintas nacionales en pleno 2021. Jorge Araneda, actor de más de 30 años de experiencia que ha sido parte de filmes tales como La Frontera y Johnny 100 pesos además de muchos otros proyectos tanto en cine, como en televisión, quiso darnos su punto de vista.
“Si es verdad que se repiten los actores en el cine chileno y no solo tiene que ver con la trayectoria de dicho actor y con la calidad, también influye que el nicho de actores que participan en el cine es muy reducido. Todos son amigos, los productores son un grupo reducido, por lo tanto, se puede decir que van a la segura”, comenta Araneda.
“El cine acá no es bien pagado y ninguno de estos actores que se repiten constantemente cobran mucho tampoco, de todos modos para mí que exista una cofradía en el cine nacional es falso, no lo veo como una mala intención por parte de los productores y directores, sino que más bien como una comodidad para ellos porque confían en estos intérpretes y saben que son buenos”, agregó Jorge, en una clara postura, dejando como en solo rumores infundados la supuesta “secta” o cofradía que no permite que emerjan nuevos nombres potentes en la gran pantalla.
Otra mirada acerca del cine chileno actual, además de su postura sobre la poca variedad actoral en la industria nos la entrega la actriz Lorene Prieto, recordada por su icónico papel de Claudia en El Chacotero Sentimental, uno de los filmes chilenos más taquilleros de la historia. “Para mí lo que ocurre aquí, al igual que en otros países del continente como Argentina, por ejemplo, tiene mucho que ver con la venta del filme, al contratar actores que sean conocidos y de renombre que estén con las acciones al alza como se puede decir, es una manera de vender la película ofreciendo rostros conocidos, sin importar si son realmente buenos actores o no”, declara Prieto.
“Hay un factor de comodidad y de poco atrevimiento también en el cine de nuestro país, acá no es sencillo hacer cine, los presupuestos son bastante acotados en general y existe una clara flojera de los que hacen cine de ir al teatro y buscar nuevos talentos y nuevas potenciales figuras, que sean el recambio. No veo ni siquiera a todos los directores nuevos que están saliendo con esa voluntad y esa ambición de encontrar nuevas caras para interpretar algún personaje en los filmes que están realizando y todo eso ayuda a perpetuar, por quizás cuanto tiempo más, el tener escasez de rostros nuevos en el cine chileno”, añade Prieto dejando en claro su visión sobre la industria fílmica de nuestro país, donde hay una evidente actitud de completo rechazo a salir de su zona de confort. Una elite que se mantiene inamovible donde no hay espacio para nuevos talentos, la falta de creatividad y de intención para brindar oportunidades a actores jóvenes y desconocidos, la flojera y el temor de hacer cambios que permitan darle frescura y una “incomodidad” a la industria que muchas veces es necesaria en cualquier arte, todos esos factores mantienen al cine chileno en una especie de línea de tiempo eterna, sin posibilidades reales ni concretas que todo esto cambie en el corto plazo.